El no llevar un control sobre el aceite del vehículo puede
producir a la larga grandes daños en el motor. Al no tener bien lubricados los
componentes internos, el rozamiento que se produce sobre las distintas partes
del motor produce un sobrecalentamiento de los mismos con lo que puede
producirse una deformidad en las piezas y afectar a partes sensibles de rotura.
El ejemplo más claro es que se te vaya la junta de la culata. Al irse la junta,
la propia culata puede deformarse, los líquidos refrigerantes y el aceite se
puede mezclar con el combustible y producir un mal funcionamiento del vehículo.
Es conveniente revisar el nivel del aceite periódicamente
para evitar estos problemas, pero en caso de que ya sea demasiado tarde y se
haya producido algún daño existen varias posibilidades. Si el daño es por
deformación de la culata existe la posibilidad de rectificarla. Al hacerlo lo
que conseguimos es que con un coste mínimo podemos reutilizar nuestra culata.
La otra es directamente cambiarla. Si quieres más información sobre el
rectificado de culatas visita esta web.
Otra posible causa de la rotura del motor es la correa de la
distribución. Normalmente son de caucho y ya sea por el tiempo o por el
desgaste conviene cambiarlas cada 60.000 km. Existen casos en determinados
modelos en los que la correa en vez de ser de este material es de metal, más
concretamente un cadena de distribución. Suele tener mayor duración pero en
caso de rotura puede producir aún más daños si cae justo entre otros mecanismos
del motor y los obstaculiza.
Ya sabes, si no deseas pegarte un buen susto al recibir la
factura del mecánico lo mejor es que tomes medidas. Por perder 3 minutos de vez
en cuando mirando los niveles y haciéndole un control mínimo a tu coche al
final puedes ahorrar mucho dinero.
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