viernes, 30 de noviembre de 2012

Revisar para ahorrar



Hace algún tiempo las radios de España emitían un anuncio bastante gracioso sobre los “peligros” de ciertos talleres. Un usuario llevaba su vehículo a la revisión rutinaria de siempre y el mecánico, con voz grave, le anunciaba que tenía una avería de las gordas, nada menos que la junta de la trócola. A pesar de lo gracioso de la situación y de la narración, el cuidado y mantenimiento de nuestro vehículo no es ninguna broma, siempre y cuando lo hagamos en un lugar que cuente con todas las acreditaciones, certificados y permisos pertinentes.
Si los elementos secundarios son un mecanismo primordial en la maquinaria de nuestro vehículo, imaginemos la importancia que tiene el cuidado del motor. Ante la más mínima sospecha de disfunción tenemos que actuar con diligencia y rapidez, cambiando algunas piezas si es necesario y sustituyéndolas por recambios de garantía. Y de eso precisamente saben mucho en motores racor, donde no existen juntas de la trócola sino soluciones. Y es que ante un problema de motorización de tu vehículo tienes que encontrar una respuesta decidida y contundente. En este caso no valen las medias tintas.
La conducción inteligente no es solamente conocer la metodología  adecuada para economizar combustible; la conducción inteligente se puede resumir en tres palabras que van más allá de la comprobación de la presión y de los niveles de líquidos: revisar para ahorrar. De nada sirve que sepamos todos los trucos habidos y por haber para estrujar al máximo el depósito de gasolina (presión adecuada de los neumáticos, ventanillas subidas, no superar las 2000 revoluciones en población, etc.) si luego tenemos abandonado el corazón de nuestra máquina, el motor. Para prolongar su vida debemos utilizar un aceite de calidad, no forzarlo en demasía, estar atentos a los ruidos extraños que puedan surgir, evitar acelerones bruscos, no usar el freno motor con el coche demasiado lanzado, etc. Solamente así podremos asegurarnos de obtener una vida útil larga, fructífera y, lo que es más importante, alejada de averías onerosas. Bueno, también tendremos que huir de los talleres donde lo más importante  no es ni el cliente ni el coche, sino la dichosa junta de la trócola.

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